Capítulo 13
—Señorita Marta, ¿acepta usted tomar al señor Cristian como su esposo, para acompañarlo el resto de su vida?
La voz del maestro de ceremonias resonó una vez más.
Marta, que al principio solo seguía el protocolo, dudó por un momento, algo poco habitual en ella.
Finalmente, bajo la intensa y afectuosa mirada de Cristian, logró encontrar su voz con dificultad. —Sí, acepto.
Los ojos de Cristian se iluminaron al instante, como si una cola invisible se agitara detrás de él.
Sacó de su pecho una delicada caja de anillo y se arrodilló sobre una rodilla.
En el momento en que la abrió, un resplandor violeta deslumbrante brilló bajo la luz, irradiando destellos deslumbrantes.
Entre los invitados, alguien exclamó: —¿No es esa la amatista que fue comprada en el mercado negro hace cinco años por millones de dólares?
—Recuerdo que en ese entonces varios reyes de diferentes países participaron en la subasta, queriendo llevarla como una reliquia nacional, pero quien la compró ofrecía siempre el doble,

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