Capítulo 88 ¿Ese era tu propósito?
En la habitación sólo estaba Mariana.
Aunque tenía los ojos abiertos, sentía los párpados pesados; con cada respiración, parecía que todavía se filtraba en su boca un sabor metálico y dulce, y en el pecho sentía oleadas de dolor, como si algo lo comprimiera.
Su vientre seguía plano.
En realidad, desde el principio hasta el final, nunca había llegado a sentir la presencia de "él". Aquel día, cuando el médico señaló la pantalla para que lo mirara, Mariana ni siquiera lo hizo.
Pero ahora estaba absolutamente segura de algo: "él" ya no estaba.
Mariana parpadeó con fuerza.
Quiso alargar la mano para presionar el timbre de la enfermera, pero antes de que pudiera hacerlo, Enrique entró acompañado de varias personas.
Parecía que él había notado de inmediato su estado y que apenas se había ausentado un momento para llamar al médico.
Así que Mariana dejó caer de nuevo los dedos.
Tampoco dijo nada y se dejó examinar en silencio por el médico.
—¿Cómo se siente ahora? ¿Le duele al respirar?
Mariana

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