Capítulo 75 Supuración
Las cejas de Enrique se fruncieron apenas, pero no apartó la mano de Mariana. Simplemente bajó la mirada para observarla.
Mariana alzó la cara y le sostuvo la mirada.
Tal vez quiso decir algo.
Sin embargo, en el instante en que aferró la mano de Enrique, recordó el momento, ese mismo día, en la casa de los Sánchez, en que él sujetó la muñeca de Antonia.
Y pensó en esos sentimientos suyos que, a los ojos de Enrique, habían sido pisoteados una y otra vez, como si no tuvieran valor alguno.
Pensó también en... todo lo que Enrique había hecho por Cecilia.
Así, Mariana recuperó la calma con rapidez. Tras dedicarle una breve sonrisa, soltó su mano.
—No importa cómo haya sido... Gracias.
Ante esas palabras, la mirada de Enrique se ensombreció aún más.
Mariana no dijo nada más; permaneció en silencio, de pie, mirándolo.
Enrique la observó durante un instante más y, luego, dejó escapar una leve risa.
—No hay de qué.
Apretando los dientes, pronunció esas palabras y se dio media vuelta para irse.

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