Capítulo 74 Por qué colaborar
Cuando Antonia terminó de hablar, la expresión de Enrique no cambió en lo más mínimo; solo contraatacó con una pregunta: —¿Usted cree que eso es posible?
—¿Cómo no va a serlo? Ella, a primera vista, se nota que no es tranquila, y quién sabe cómo habrá seducido a escondidas...
Antonia todavía quería seguir hablando, pero al encontrarse con la mirada de Enrique, su voz se fue apagando poco a poco.
Enrique la miró fijamente. —¿Es así como, siendo usted la mayor, se atreve a difamar a mi esposa?
Antonia guardó silencio, aunque sus dientes permanecían fuertemente apretados.
Enrique volvió entonces la mirada hacia Mariana.
Ella, que hasta ese momento había mantenido un semblante sereno, al encontrarse con la mirada de Enrique, se giró de inmediato hacia Antonia y dijo con franqueza: —Perdóneme, madre. Antes interpreté mal la situación y no le expliqué todo desde el primer momento; eso fue error mío.
—Pero le pido que confíe y esté tranquila: entre Orlando y yo no hay absolutamente nada. Jamá

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