Capítulo 62 No te odio
Tal vez la risa de Mariana fue demasiado repentina, porque Orlando y Enrique, que estaban allí de pie, giraron de inmediato la cabeza para mirarla.
Las cejas de Orlando se arquearon, mientras que la mirada de Enrique se ensombreció por completo.
Luego, soltó el cuello de la camisa de Orlando.
—Recuerda lo que dijiste hoy —dijo Enrique.
Apenas pronunció esas palabras, Enrique tomó a Mariana del brazo y la incorporó de la silla de un tirón.
Sus pasos eran rápidos y su expresión era tensa y sombría.
El ánimo de Mariana, en cambio, parecía bastante bueno; incluso se permitió preguntarle a Enrique: —¿Nos vamos así nada más? ¿No te vas a quedar a pasar la noche?
En cuanto esas palabras salieron de su boca, los pasos de Enrique se detuvieron en seco.
Entonces, giró la cabeza para mirarla.
Mariana parpadeó con un gesto que rozaba la inocencia.
—Oh, me malinterpretaste —explicó Mariana con lentitud—. Con pasar la noche me refería a cuidar de Cecilia, no a...
No alcanzó a terminar la frase cuand

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