Capítulo 56 Ocultar mal es acabar revelando
El hombre vestía un traje negro.
La chaqueta, impecable y perfectamente entallada, realzaba aún más su figura alta y esbelta. La brisa marina le había revuelto ligeramente el cabello, y un mechón caía sobre su frente, atrayendo de forma inevitable la mirada hacia sus ojos.
Permanecía tan inexpresivo como siempre, pero cuando aquellos ojos profundos se posaron en Mariana, el corazón de ella dio un salto involuntario.
La mano que colgaba a su costado se cerró con fuerza.
Sergio seguía caminando detrás de Mariana.
Ella, al principio, quiso girarse para pedirle que no se acercara, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta.
Después de todo... Si Enrique había logrado encontrarla allí, sin duda ya sabía lo que había ocurrido en el barco.
Decirle ahora a Sergio que regresara sería un gesto torpe, una señal de nervios que terminaría por delatarla aún más.
Aun así, Mariana no podía evitar que el sudor frío le perlase la piel.
—¿No vas a bajar?
El barco atracó poco después.
Al ver

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