Capítulo 19 Sin apoyo
Como no podía detener las lágrimas, Mariana simplemente dejó de intentarlo y, volviéndose hacia Enrique, preguntó: —¿Por qué tengo que pedir disculpas? ¿Dije algo que no fuera cierto?
Enrique no respondió, pero su cara, tan rígida y sombría, era la viva imagen de la furia contenida.
Cecilia, temblorosa, pronunció su nombre: —Enrique, yo... Lo siento, no pensé... Será mejor que me vaya. Mariana, no te enojes, yo solo...
Las lágrimas de Cecilia caían sin control.
Gotas gruesas rodaban como perlas, como flores de peral bajo la lluvia, frágiles y conmovedoras.
Pero para Mariana, aquello no tenía ninguna belleza.
Soltó una ligera risa. —No tienes que irte tú. La que debe irse soy yo. Tranquila, ahora mismo les dejo el espacio a ustedes.
Con esas palabras, Mariana se dio la vuelta.
Pero, después de unos pasos, recordó algo, así que volvió al dormitorio para buscar su pasaporte en la maleta.
A fin de cuentas... No quería quedarse ni un minuto más en ese lugar.
Sin embargo, apenas abrió la mal

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