Capítulo 10

De repente, la vista de Abelardo se tornó borrosa y su cuerpo comenzó a temblar. Retrocedió varios pasos sin poder evitarlo. Perdió toda su fuerza. Se deslizó por la pared hasta quedar sentado en el suelo. Sintió algo húmedo en la cara y, al levantar la mano para tocarse, descubrió que eran lágrimas. —Natalia... Natalia... Su voz sonaba ronca, cada palabra le desgarraba el alma. Abelardo no se dio cuenta de que, en el aeropuerto, había muchas personas como él. Personas que también se arrepentían. Algunos no dejaban de interrogar al personal sobre el accidente; otros lloraban desconsolados; y algunos más se preguntaban con la mirada perdida: "¿Por qué su ser querido había muerto así? ¿Por qué?" Nadie podía responder a esa pregunta. No supo cuánto tiempo había pasado, hasta que escuchó que el altavoz transmitía nueva información. Siguiendo la indicación del anuncio, él fue a recoger las pertenencias de Natalia... unas cenizas. Cuando iba a tomarlas, el personal se las retiró, con una exp