Capítulo 15
Diego prácticamente rugió aquellas palabras.
Siempre había sentido algo por Irene.
Había pensado en confesarle sus sentimientos más adelante, pero todo se precipitó por culpa de Sonia.
Jamás habría imaginado que la bondad de Irene, la mujer a la que amó tantos años, era solo una farsa.
Eso le desgarraba el corazón.
—Llévensela.
Ordenó a los guardaespaldas sin mirarla siquiera.
Irene le agarró la muñeca, llorando desesperada: —¡No! ¡Es solo que te quiero demasiado! Fue mi obsesión, no podía soportar ver a Sonia siempre a tu lado.
—¿Y por eso le pediste al mayordomo que ocultara su paradero? ¿Eso también era tu posesividad?
Diego se acercó de repente, su aliento frío como el hielo.
Irene notó la pared helada a su espalda; recordaba el calor de la mano de Diego en su hombro, pero ahora todo era frío y vacío.
—Fui yo quien le dijo que no te lo contara. Solo quería que Sonia se fuera cuanto antes.
La voz de Irene se fue apagando, y viendo la decepción en los ojos de Diego, dejó de fingir.
—

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