Capítulo 892
Siguieron caminando a paso largo hasta el auto, esta vez Benjamín era quien conducía.
Benjamín manejaba de manera descontrolada, mientras Lorena, que había tomado de manera imprudente la pastilla, sentía un dolor punzante en la cabeza.
Los fragmentos comenzaron a reconfigurarse, volviéndose más claros, pero los puntos clave aún seguían sin poder recordarlos.
Su rostro estaba pálido, y su cuerpo empapado en sudor.
Benjamín, mientras prestaba atención a los perseguidores atrás, gritó a todo pulmón su nombre: —¡Lorena, estás bien?
Lorena, demasiado adolorida para hablar, se aferró con fuerza al respaldo del asiento. —¡Vámonos!
Benjamín no le dio más importancia al asunto y pisó el acelerador al máximo.
Finalmente llegaron a un lugar desolado, y los perseguidores, por fin, dejaron de seguirlos.
Detuvo el auto y miró a Lorena, que seguía temblando. —¿Cómo estás?
Lorena, temblando por completo, con voz rasposa, respondió: —Está bien, he recordado algunas cosas, pero al igual que tú, tal vez

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