Capítulo 877

Pero Alejandro también se había lastimado: su mano chocó sin querer contra el cuchillo de cocina que estaba al lado, y la palma se le abrió con un corte del cual brotó sangre. Andrea no lo vio. Su semblante se ensombreció y avanzó a grandes pasos hacia Eduardo, ayudándolo a incorporarse. Las gafas de Eduardo habían quedado torcidas y en su mejilla se notaba una marca roja. Ella miró sorprendida a Alejandro y, levantando la mano, le soltó una cachetada. Alejandro ya se sentía un poco culpable, pero al recibir la cachetada apretó los labios; sus ojos se enrojecieron de golpe. —Andrea, ¿estás ciega o qué? ¿Solo viste que él se lastimó, no es así? Apretó su puño con fuerza, con ganas de estrangularla allí mismo. En su interior lo invadía el profundo dolor y la rabia. ¿Cómo podía permitir que lo dejara en semejante ridículo? Andrea tragó saliva y, al ver la mancha roja en el brazo de Eduardo, su expresión se tornó aún más sombría. —Pídele perdón. Has irrumpido en la casa de otra persona; ¿t