Capítulo 856
Ella no dijo nada más, solo levantó la mano para detener un taxi y se marchó así, sin más.
A través del retrovisor, vio a Pedro permanecer en el mismo sitio absorto sin subir al auto, con la mirada fija en la dirección por la que ella se alejaba.
El dolor en su pecho se intensificó aún más, pero, al fin y al cabo, él estaba relacionado con la muerte de Ignacio.
Parpadeó con fuerza, reprimiendo todas aquellas emociones que hervían en su interior.
El taxista, al parecer notando su desánimo, se apresuró a consolarla. —Si no quiere divorciarse, ahora mismo doy la vuelta y la llevo de regreso. Yo vi a su marido, es un tipo muy apuesto, conduce un automóvil de lujo; seguro le sobran mujeres que lo adoren. Piénselo bien.
Lorena curvó apenas la comisura de los labios. —Él me trata bien, pero lastimosamente no tenemos destino juntos.
El conductor masculló un par de veces: —El destino es algo muy sutil. Estar juntos a la fuerza también es destino. Mientras dos personas sean felices en el present

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