Capítulo 531
Lorena sentía que, en este aspecto, debía ser muy sensible. En lo más profundo de su corazón, también rechazaba la cercanía de Pedro, pero ¿por qué, cuando él le tomó la mano, no lo notó en absoluto? Era como si su cuerpo aceptara esa proximidad con más honestidad que su propia mente.
Estaba acostada en la cama, incapaz de conciliar el sueño; llevaba ya tres noches seguidas de insomnio.
Cada día tras la boda, se encontraba sumida en la incertidumbre respecto al mundo.
No le parecía real.
Casarse con Pedro era algo demasiado irreal.
Pasó otra noche entera sin dormir y, al levantarse, solo sentía la cabeza mareada y la vista nublada.
Si seguía así, tarde o temprano acabaría muriendo en Jardines de la Paz.
Alguien llamó a la puerta de la habitación desde fuera; era una empleada que la invitaba a bajar a desayunar. Ella no tenía apetito, se giró pálida y dijo: —No quiero comer.
—¿Señora Guzmán, está usted en su periodo?
Lorena se quedó rígida; se levantó y fue al baño a comprobarlo, y efec

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