Capítulo 424
La villa se convirtió de inmediato en un hervidero de actividad; incluso los médicos se sobresaltaron al ver el reguero de sangre en el suelo.
Lorena no tuvo más opción que quedarse a poner orden en el desastre. Cuando terminaron de vendarle la herida a Sara, ya eran las ocho de la noche.
Al mirar el cielo ya oscurecido desde la ventana, su expresión se volvió sombría.
Solo después de asegurarse de que Sara estaba dormida, salió apresuradamente de la casa.
Pisó el acelerador a fondo y, tras conducir más de dos horas, finalmente llegó a aquella finca.
La entrada era de estilo clásico, y bajo el alero colgaban dos faroles, como si aguardaran la llegada de alguien.
Al bajar del auto, notó entonces que esa noche había vuelto a nevar.
Antes de ir, había investigado bastante, pero nadie sabía realmente a quién pertenecía esa finca; ni siquiera Orlando lo sabía. Solo le quedaba ir a probar suerte.
Apenas levantó la mano para llamar a la puerta, esta se abrió por sí sola en ese preciso momento

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