Capítulo 67 Gracias
El médico llegó enseguida y, después de tomarle la temperatura a Mariana y confirmar que ya había bajado, por fin le permitió ir a ver a Pablo.
La situación en aquella habitación era similar.
Cuando Mariana entró, Pablo estaba intentando con insistencia ir a verla a su cuarto.
Pero, como la enfermera no entendía lenguaje de señas y Pablo no tuvo tiempo de explicarse más, de su boca solo salían murmullos apagados.
Hasta que vio a Mariana.
En el instante en que la reconoció, los ojos de Pablo se enrojecieron de inmediato; luego, forcejeando para bajarse de la cama, le tomó la mano con fuerza.
—Estoy bien.
La emoción de Mariana, en cambio, se había apaciguado, y solo preguntó en voz baja: —¿Y tú? ¿Todavía te duele?
Pablo negó con la cabeza.
Pero, quizá por ese movimiento, tiró de su herida y se puso pálido al instante. La enfermera, al notarlo, se apresuró a ayudarlo a recostarse.
—Ya tienes una lesión en la cabeza, ¿no te preocupa provocarte una conmoción?
Pablo no respondió; simplemente

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