Capítulo 54 Amanecer
Cuando Mariana regresó a la villa, el atardecer ya había quedado atrás.
La sirvienta la observó con cierta inquietud. —Señora Mariana, ¿dónde ha estado?
Mariana se detuvo un instante y luego respondió con calma: —Salí a dar una vuelta.
—¿A dónde?
Otra voz irrumpió de pronto.
Tal vez por un instante de culpa, al oír la voz de Enrique, el corazón de Mariana dio un leve salto; enseguida alzó la mirada.
Enrique estaba de pie en los escalones de la escalera, mirándola con frialdad.
Sin embargo, Mariana recuperó pronto la serenidad y contestó: —Me sentía agobiada, así que salí a despejarme un poco.
Enrique entornó los ojos.
—Veo que regresaste de tu viaje de negocios. —Mariana desvió enseguida la conversación—. ¿Cuándo volviste?
Enrique no respondió; fue la sirvienta, que estaba a su lado, quien dijo: —El señor Enrique regresó a las tres.
Mariana guardó silencio.
Enrique, en cambio, comentó con voz baja: —Vaya, sí que fue largo tu paseo.
Mariana no le prestó atención y, girándose hacia la si

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