Capítulo 80 No les debo nada

—Enrique. La voz de Cecilia lo alcanzó, y sus pasos, al final, se detuvieron. Se giró para mirarla. Cecilia lo observó y, solo después de un largo silencio, logró recomponerse para decir en voz baja: —Gracias. Enrique entrecerró los ojos. Ella continuó: —Sé... que te enfrentaste a la familia Cordero por mí. Durante este tiempo debes haber soportado mucha presión. De verdad... gracias. Su voz era suave y, con esa sonrisa, parecía seguir siendo la mujer dulce que todos recordaban. Pero, mientras escuchaba, en la cara de él no hubo ni la más mínima señal de emoción. Cecilia lo notó y el corazón le dio un vuelco, aunque enseguida añadió: —Pero... ¿esto no afectará a Mariana? Al fin y al cabo, ella... —Cecilia. Fue al oír el nombre de Mariana que Enrique por fin habló. Aunque solo la llamó, a Cecilia se le tensó el pecho y lo miró lentamente. —Ya no les debo nada, ni a ti ni a Mario —dijo Enrique. Sonaba como una afirmación... o como si estuviera anunciando un final. La expresión de Cecilia